Cuando un grupo trabaja, se pule, va de menos a más, finalmente logra grandes trabajos.
Es lo que para mi gusto pasa con los austríacos Edenbridge, de quienes ya conocía algunos discos anteriores, pero que en la complejidad del género que cultivan, se diluían en tonadillas suaves, somníferas y a ratos planas, sin ser malos, pero no logrando discos redondos. Es que no cualquiera maneja bien la mezcla orquestal con los recursos del metal para armar buenas composiciones de metal sinfónico; como un pintor con 200 oleos de colores... teniendo tantos colores, es fácil marearse y obtener una obra con mucho de todo, sin fuerza ni acentos.
Pero el tiempo, fiel amigo de la perfección, los acerca por fin a la maestría. El poder demostrado al fin es total, melodías épicas, llenas de drama y ambientes, fuerza, originalidad... el sonido arrastra, olas de tormenta, paisajes calmos, y siempre muy bien armados escenarios instrumentales, todos en su justa medida. No abusan de orquestaciones, pero cuando las hay, se justifican plenamente. La voz de Sabine Edelsbacher, hasta ahora era medio chillona y melosa, pero ahora se oye mucho más dulce... en definitiva, un discazo para cualquier amante del metal sinfónico, o power metal, indispensable este 2008. Y a esperar a ver cómo su evolución los acerca a sitiales más encumbrados aún.
Es lo que para mi gusto pasa con los austríacos Edenbridge, de quienes ya conocía algunos discos anteriores, pero que en la complejidad del género que cultivan, se diluían en tonadillas suaves, somníferas y a ratos planas, sin ser malos, pero no logrando discos redondos. Es que no cualquiera maneja bien la mezcla orquestal con los recursos del metal para armar buenas composiciones de metal sinfónico; como un pintor con 200 oleos de colores... teniendo tantos colores, es fácil marearse y obtener una obra con mucho de todo, sin fuerza ni acentos.
Pero el tiempo, fiel amigo de la perfección, los acerca por fin a la maestría. El poder demostrado al fin es total, melodías épicas, llenas de drama y ambientes, fuerza, originalidad... el sonido arrastra, olas de tormenta, paisajes calmos, y siempre muy bien armados escenarios instrumentales, todos en su justa medida. No abusan de orquestaciones, pero cuando las hay, se justifican plenamente. La voz de Sabine Edelsbacher, hasta ahora era medio chillona y melosa, pero ahora se oye mucho más dulce... en definitiva, un discazo para cualquier amante del metal sinfónico, o power metal, indispensable este 2008. Y a esperar a ver cómo su evolución los acerca a sitiales más encumbrados aún.